Este informe analiza la situación económica de los países del norte de África: Argelia, Egipto, Libia, Mauritania, Marruecos y Túnez, en el período comprendido entre 1990 y 2023, basándose en datos del Banco Mundial y empleando como marco de referencia la función de producción Y= A⋅F(T,K,L). A través de esta metodología, se estudian variables clave que reflejan el desarrollo económico y social de estos países.
La inflación también es un factor destacado, con picos significativos en Egipto y Argelia en años clave. En 2023, Egipto experimentó una inflación del 33,9%, atribuida a la depreciación de su moneda y el encarecimiento de las importaciones, agravado por la guerra en Ucrania. Por su parte, Argelia enfrentó una inflación del 29,8% en 1995 debido a la devaluación del dinar y reformas económicas impulsadas por el FMI, lo que subraya cómo factores externos e internos afectan la estabilidad económica.
Otro aspecto clave es la estructura económica, evaluada mediante el Índice de Complejidad Económica. Países como Mauritania y Argelia dependen en exceso de la agricultura y los recursos naturales como el gas y el petróleo. Libia, aunque rica en petróleo, carece de diversificación económica. Túnez, en cambio, ha logrado diversificar su economía hacia sectores más avanzados, como la electrónica y los productos químicos, lo que le permite destacar dentro de la región.
El análisis del gasto en agricultura subraya que Mauritania depende significativamente de este sector, con limitaciones para agregar valor debido a factores como el clima y la falta de infraestructura. Egipto, por su parte, ha logrado reducir la dependencia agrícola a lo largo de las décadas, gracias a un enfoque en el gasto en I+D para incrementar la productividad. Libia, en contraste, no invierte ni en agricultura, ni en I+D, ni en educación, lo que señala una dependencia exclusiva del petróleo.
La inversión extranjera directa revela patrones interesantes. Libia atrajo niveles significativos de inversión hasta 2010, pero la inestabilidad tras el derrocamiento de Muammar Gaddafi y la Primavera Árabe afectaron negativamente la confianza de los inversores. La balanza comercial de Libia también ha sido volátil, reflejando una dependencia del petróleo sin esfuerzos por diversificar su economía.
En términos de emisiones de CO2, Egipto lidera debido a su alta actividad industrial, mientras que países como Mauritania y Libia tienen cifras bajas, estas últimas asociadas a una falta de fabricación local. Libia exporta petróleo sin desarrollar actividades que generen valor añadido, lo que demuestra la falta de interés en mejorar las condiciones de vida de su población.
Finalmente, factores políticos como el índice de terrorismo y la transparencia revelan desafíos importantes. Egipto enfrenta altos niveles de terrorismo, principalmente debido a la actividad de ISIS en el Sinaí. Libia muestra bajos índices de transparencia, con una concentración de riqueza en las élites políticas vinculada al petróleo. Además, la inestabilidad política de Libia resalta como un obstáculo persistente para el desarrollo económico de la región.